Día 20 de Febrero: Temprano por la mañana me levanto y después de desayunar me dirijo a la Bahía San Pedro, lugar hermoso a orillas del océano pacífico a realizar mi última parte de la aventura. Después de conducir por asfalto unos 120km, me adentro en la cordillera de la costa y realizo unos 40 km más de camino de cabras, realmente el peor camino que he realizado hasta la fecha. Tardo unas 3 horas en realizar este último trayecto lleno de charcas de 30cm. de profundidad, piedras y desniveles considerables. La moto daba continuamente en los bajos y las maletas laterales dejaban verdaderos surcos en las paredes gredosas del camino. Sólo pensaba una cosa, lo que estoy bajando ahora me tocará subir nuevamente el lunes y este pensamiento me mantenía intranquilo. A 500mts. de mi destino me quedo sin los frenos traseros y al frenar con los delanteros se cruza el manillar y logro parar la moto justo al borde del precipicio. Tuve que sentarme unos minutos a reponerme del susto antes de poder continuar. Al final llegué. Después de montar el campamento y buscar leña para la hoguera de la noche, me dedico a ver el tema del freno trasero. Mi sorpresa es mayúscula cuando descubro que el freno trasero funciona nuevamente, sólo se me ocurre una explicación y es que debido a un sobreesfuerzo dejaron de funcionar y después de que se hayan enfriado volvieron a estar operativos. Pero estas cosas dejan intranquilo a cualquier y máxime cuando estás en el culo del mundo. Mi cena consistió en tallarines con sabor a carne, eso ponía en el sobre, y una lata de atún. Después de haber disfrutado de un maravilloso atardecer, me metí en el saco pensando en que mañana será otro día. Esta tarde, antes de introducirme en la cordillera, llamé a Doris para escuchar su voz e informarme de que tal las cosas por España. De a poco están creciendo las ganas de volver a mi casa y volver a mi vida, esto es como cuando tienes ganas de mear y a mayor cercanía al lavabo, mayor son las ganas.